13.2.05

Otra de biopics...

El otro día, comentando la película Ray, les citaba la desmesura utilizada por su director, Taylor Hackford, a la hora de afrontar la vida de Ray Charles y disimular (o, mejor dicho, suavizar) el lado más oscuro de la biografía de ese músico. Por lo visto y, tras leer otras citas sobre la película, la mayoría opinaban exactamente igual que yo. A eso se le llama unanimidad.

Lo que no acabo de comprender es que, esos mismos que tildaban a Ray de biopic falso y benevolente con la figura de su protagonista, a la hora de afrontar la crítica de Descubriendo Nunca Jamás, otra biografía que recoge un episodio de la vida de James Matthew Barrie, el creador de Peter Pan, no hayan caído en la cuenta de que éste film es tanto o más engañoso que el de Hackford, pues toda la parte más sospechosa y discutible de ese escritor teatral ha sido eliminada totalmente de su guión. Ni siquiera suavizada, ni esbozada, como sutil recurso narrativo. Nada. Ni un asomo. Según su realizador, Marc Forster, el tal James M. Barrie era un alma cándida, soñadora y fantasiosa. Cuentan sin embargo de ese hombre que, tras su pequeña fachada (no medía ni metro y medio), se escondía un personaje acomplejado, enfermizo, adúltero, un tanto neurótico y con desviaciones claramente pedófilas.

No deja de sorprender que el realizador de Descubriendo Nunca Jamás, una de las cinco películas nominadas al Oscar (junto con Ray, entre otras), sea el mismo que dirigió uno de los títulos más duros (y crudos) de los últimos años, Monster’s Ball. Es de suponer que, después de tan excelente producto, muchos de los que escriben sobre el biopic de Barrie, amparados por el prestigio de su anterior trabajo cinematográfico, hayan decidido no comentar lo engañosa que llega a ser la visión de Forster a la hora de plasmar en imágenes la vida de ese autor escocés; prestigio que, por otra parte, nunca ha llegado a alcanzar como cineasta Taylor Hackford, el responsable más visible de la nombrada Ray. No digo más sobre el tema para evitar suspicacias. Aquí queda apuntado.

El film de Forster narra el cómo y por qué nació Peter Pan, una de las obras teatrales más conocidas y referenciadas a todos los niveles; una obra que, por otra parte, consiguió su mayor reconocimiento gracias a la película animada de Disney más que al propio libreto original de James M. Barrie. Descubriendo Nunca Jamás nos muestra la frustración de éste como autor dramático sin ningún éxito en sus estrenos escénicos (antes de Peter Pan, claro), las nulas relaciones del escritor con su esposa y la manera en que volcó todo su amor, sensibilidad e imaginación hacia una viuda del Londres de principios del siglo pasado y sus cuatro hijos, sin importarle a su director ni a su guionista, David Magge, que en la vida real se tratara de una mujer aún casada y madre de cinco pequeños (uno más de los que muestra la cinta) y sin revelar, tampoco, que no sólo se sintió atraído hacia esos niños, sino que, paralelamente, mantuvo contacto con otras tres familias más y sus hijos respectivos. No discutiré que, ese detalle, pueda ser debido a otro sutil recurso narrativo para aligerar un tanto el peso de un metraje que hubiera podido resultar excesivo, pero tampoco me van a negar que se trata de una descarada maniobra con la que anular la posible pederastia que se escondía tras ese personaje.

La cinta, a pesar de su clara falsedad, posee sus momentos conseguidos. Pocos, pero los tiene y, uno de ellos, se encuentra en el descubrimiento, paulatino, que su protagonista va haciendo de ciertos detalles, al analizar los modos y costumbres de cuantos le rodean, y que le servirían posteriormente para la creación de los distintos caracteres que dieron cuerpo a su inmortal Peter Pan, así como también, por ejemplo, la plasmación de una maravillosa representación improvisada de la obra en la que sus principales protagonistas son los cuatro hijos de la viuda anteriormente citada. Como curiosidad, y dentro de sus pocos aciertos, se encuentran un par de guiños divertidos a la obra de Barrie mediante la presencia de Kate Winslet y Dustin Hoffman ya que, mientras la primera, a temprana edad, formó parte de una representación escolar de Peter Pan, el segundo encarnó al mismísimo capitán Garfio en Hook, la personal (y caótica) visión de Spielberg sobre la misma.

Tras Descubriendo Nunca Jamás, a base de esconder la realidad de los hechos, se amaga un emotivo (y forzado) canto a las fantasías personales y a una manera un tanto ilusa de afrontar la vida, libre de ciertos prejuicios y dejando volar la imaginación como terapia para paliar los pasajes más crudos de ella. Y, como cabeza visible de todo el invento, el trabajo interpretativo de Johnny Depp quien, en la piel de James M. Barrie, nos ofrece una de sus creaciones menos exageradas pero que, de tan moderada y contenida, acaba resultando alarmantemente anodina. Tan sosa y ñoña que incluso podría haberse intercambiado con Keanu Reeves. No voy a ensañarme más con esa acaramelada actuación ya que, en parte, conjuga perfectamente con la media hora final de la cinta, una de las endebleces más tramposas y lacrimógenas que me he tirado en cara en mucho tiempo.

Por cierto, ¿por qué será que a los miembros de la Academia de Hollywood les pirra nominar (y premiar) películas biográficas, por muy falsas que éstas sean? Este año, sin ir más lejos, tres de ellas están en la posible lista de ganadoras.

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