4.5.05

El psiquiatra, su esposa y la madre que la parió

De vez en cuando, hay películas que reconcilian a uno con el séptimo arte. Y ésta, El Cielo Abierto, es una de ellas. Sencilla, modesta y en la que todo cuadra a la perfección, mezclando el melodrama con la comedia sin ningún tipo de fisuras, suavemente, como si se lo hicieran con vaselina. En esa ocasión (la cuarta en la que unían sus fuerzas), el tándem compuesto por Miguel Albaladejo (director y guionista) y Elvira Lindo (guionista), demostró haber madurado definitivamente. Ya en sus divertidos devaneos de La Primera Noche de Mi Vida, su ópera prima, y en la graciosa adaptación para la pantalla grande de Manolito Gafotas, el dúo en cuestión prometía un trabajo futuro más sólido, más consistente y que, por desgracia, no supieron cumplir en su tercer filme, Ataque Verbal.

Por fin, con El Cielo Abierto, se cumplieron las expectativas pues, sin lugar a dudas y revisando todas sus colaboraciones, se convierte en la más redonda de ellas. Un trabajo que, por otra parte, debió resultar un problema para ellos, ya que difícilmente puedan llegar a superarlo en próximas ocasiones, pues con éste lograron su cima particular, sabiendo crear un relato lineal, con unos protagonistas bien delimitados y sin tener que renunciar, por ello, a su estilo coral habitual. No es de extrañar que, desde entonces, Albaladejo y Lindo no se hayan atrevido a firmar un nuevo guión en conjunto. ¿Será cosa del miedo escénico?

La historia de El Cielo Abierto es un original retrato sobre la separación de una pareja, pero mostrado siempre desde el punto de vista del abandonado, Miguel, un joven psiquiatra de la Seguridad Social que, de la noche a la mañana, ve como su mujer huye en compañía de un ser muy próximo a él, derrumbándose todo su universo personal. La aparición accidental de su suegra, instalada en su domicilio antes de someterse a unas pruebas médicas, será el detonante que conducirá a nuestro hombre a las puertas de una anunciada depresión.

A pesar de esa agria premisa argumental, Albaladejo y Lindo, como buenos guionistas, supieron sobreponerse a lo que podría haber sido un exageradísimo melo a lo Douglas Sirk, tomándose todo lo que le ocurre al personaje de Miguel con un sentido del humor impagable y aprovechando, al mismo tiempo, para que todos sus numerosos secundarios asumieran, conscientemente, el rol de bufones de la Corte. Aunque no sólo ellos, ya que el propio Sergi López, en la piel del gafado psiquiatra del Seguro, aportó su particular y personalísima dosis de comicidad a la historia, construyendo a un ser indefenso y bonachón, un tanto desastroso en sus relaciones cotidianas y perseguido por la estrella de la mala suerte. Un ánima en pena, vaya. ¿Se imaginan lo duro que debe ser cambiar a la esposa por la madre de ésta durante una larga temporada? No me lo quiero ni plantear...

Sin olvidar a toda la fauna de estrambóticos pacientes que pasan por la consulta del abatido psiquiatra (sin desperdicio alguno), merece una mención aparte Mariola Fuertes (Jasmina en el filme), la otra gran protagonista innegable de la cinta y cuya figura está sacada de la que ya interpretara, años antes, para La Primera Noche de Mi Vida. Un personaje entrañable, divertido y con un fuerte magnetismo, capaz de irrumpir en la vida de Miguel inesperadamente y, a pesar de sus diferencias sociales y culturales, abrirle ese cielo que proclama el título.

Sin caer en el tópico de Pigmalión, explotado cientos de veces en pretextos paralelos, la película narra una bella historia de amor ribeteada de un divertido aire coral, siempre de agradecer, en la que la propia Elvira Lindo vuelve a tener su particular participación representando a una estresada cleptómana y en la que también Ángeles Albaladejo, aquella inolvidable Guardia Civil hombruna de Manolito Gafotas, logra de la furibunda enfermera personal de Miguel uno de los roles más simpáticos del recomendable producto.

Si algún defecto le encuentro a ésta interesante propuesta, que aún hoy sigue conservandose fresca como en su estreno, es lo poco aprovechado que está el personaje de Víctor Israel, uno de los típicos secundarios del cine de terror hispano de los 70, recuperado en este filme para el papel del abuelo de Jasmina.

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