7.9.05

Por una nariz...

La revisión en pantalla grande, de una serie tan mítica como Embrujada, era inevitable. Para todo una generación muy concreta, esa serie se acabó convirtiendo en algo entrañable. La bruja Samantha y su marido Darrin. Un marido que, por cierto, fue interpretado por dos actores distintos con el mismo nombre de pila: Dick York y Dick Sargent. Cosas de brujería. Los más pequeños de la casa siempre nos plantábamos puntuales, ante el televisor, para ver cada semana los avatares de la atípica familia Stephens. Vista ahora (algunas cadenas autonómicas la están reemitiendo) se la ve muy simple, pero con gracia, chispa e ingenio. Tres ingredientes que precisamente no destacan por su presencia en la Embrujada cinematográfica.

Nora Ephron, su directora, se quedó estancada en Algo Para Recordar, aquel agradable guiño a Tu y Yo con el que gastó todas sus fuerzas. Todo lo que ha realizado con posterioridad le ha salido fallido. Un claro ejemplo de ello es esta paparruchada inspirada en la citada teleserie.

En lugar de revivir las aventuras y desventuras de la bruja a la que daba vida, en su día, la singular Elizabeth Montgomery, Nora Ephron y su hermana Delia (la otra guionista) han optado por una revisión diferente. En el film, una productora televisiva se propone relanzar de nuevo la serie, con otros intérpretes y nuevas historias. El papel del marido de Samantha se le otorga a un actor cinematográfico en decadencia, Jack Wyatt. Éste, durante las pruebas para el casting de Samantha, rechazará metódicamente a todas aquellas que no tengan y muevan la nariz como lo hacía la actriz original. Hasta que en su vida, de forma casual, se cruce Isabel Bigelow, una chica con cierto parecido a Elizabeth Montgomery y capaz de menear el apéndice nasal como ella. Lo que él y el resto del equipo ignoran es que, tras esa tentadora nariz, se esconde una verdadera bruja.

Cine dentro de la tele. O tele dentro del cine. Como punto de partida resulta curioso, incluso original y prometedor. Una manera diferente de enfocar el remake de una serie, haciendo que ésta, en realidad, se convierta en el referente de todo lo que va a acontecer. Pero se queda sólo en eso. La película no avanza en ningún sentido. No tiene fuerza ni historia alguna que la sostenga. Previsible hasta la saciedad, incluso acaban agotando los continuos y forzados guiños a la Embrujada televisiva.

Nicole Kidman (que últimamente parece aceptar sólo papeles por su nariz) ofrece una clase magistral de distintas maneras de sobreactuar. Hacía tiempo que esta mujer no estaba tan mal en pantalla. Más que una hechicera parece una pija tonta del culo. Viendo su insufrible recreación, he acabado añorando a la pizpireta Samantha de toda la vida. Y no me hagan hablar de Will Ferrer, un comicastro de fama en Estados Unidos y al que recurrió Woody Allen para Melinda y Melinda. Él es el actor venido a menos, el que dará vida, en la serie, al marido de Kidman. Un tipo grotesco, de gestos exagerados y un caricato desmesurado. El típico gracioso que se acaba odiando a los quince minutos de proyección.

La verdad es que da mucha pena, ver pululando por una nimiedad como Embrujada, a gente como Michael Caine y Shirley MacLaine. Él como el padre de Isabel, ella como la actriz que interpreta, en la teleserie, a la madre de Samantha. Claro que, en el fondo, es una manera como otra de ganarse la vida.

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