30.8.06

Chicho de la Iglesia Serrador

Álex de la Iglesia se disfraza de Narciso Ibáñez Serrador y demuestra su capacidad de transformismo cinematográfico orquestando La Habitación del Niño, un episodio televisivo a modo y manera de los entrañables y terroríficos capítulos de una de las series de más impacto en la España de mediados de los 60, Historias Para No Dormir. Éste era un invento del inefable Chicho, muchos años antes de dedicarse a eso del Un, Dos, Tres..., en el que el director de La Residencia, inspirado por las populares entregas de Alfred Hitchcock Presenta y The Twilight Zone, volcó sus terrores favoritos en los hogares del españolito de la época.

Hace unos cuantos años, se hizo una fallida intentona de volver a recuperar la vieja serie con un aire más moderno, pero el invento no acabó de prosperar del todo. Ahora, cuando se cumplen 40 años de su estreno televisivo, Chicho Ibáñez Serrador, en colaboración con Filmax y Tele 5, ha contado con la colaboración de cinco realizadores de nuestro país (más o menos prestigiosos) para resucitar otra vez a la criatura, siendo los principales atractivos de la misma el propio Chicho y el efectivo (aunque sobrevalorado) Álex de la Iglesia, director que abre el nuevo formato.

En un principio, los seis episodios de Películas Para No Dormir iban a ser emitidos por la cadena privada de televisión, pero finalmente se ha optado por su lanzamiento en DVD de alquiler en los vídeo-clubs. El primer episodio en editarse ha sido el citado La Habitación del Niño. En él, Álex de la Iglesia, aparte de mostrar fidelidad a la serie primitiva, hace alarde de su profesionalidad y demuestra su oficio al cien por cien, acercándose, en muchos detalles, al espíritu inicial de la misma; sobre todo en la manera de plasmar el final de su historia: un final escalofriante y no muy positivo, de esos a los que llegó a acostumbrarme, en mis años mozos, la perversa mente de Narciso Ibáñez Serrador mediante los capítulos originarios de su espacio.

El argumento de La Habitación del Niño no es que sea muy original. Es un poco "lo mismo de siempre", pero con fuerza y estilo. Un viejo caserón, situado en medio de Madrid y abandonado durante muchos años, vuelve a ponerse en marcha a través de una inmobiliaria. A pesar de hallarse en una zona alta de la ciudad, su precio de venta es muy accesible, aunque pocos son los inquilinos que aguantan más de un año en su interior. "Algo" fantasmagórico ocurre en el lugar que ahuyenta a sus moradores. Y ese “algo” lo vivirán muy de cerca Juan y Sonia, un joven matrimonio que, con sus ahorros, ha decidido restaurar la mansión para criar allí a su pequeño bebé.

Álex de la Iglesia, a pesar de contar con un tema tan manido y poco original, sabe darle la vuelta a la historia. Con su cuidada y milimétrica realización, consigue momentos ciertamente interesantes. La película tiene clima, mucho clima. Y la tensión no se hace de rogar. Las atmósferas enfermizas e inquietantes son el pan nuestro de cada día para el artífice de La Comunidad. La Habitación del Niño, a pesar de su floja base argumental, le viene como anillo al dedo, mostrándose capaz de construir momentos de puro terror con la sola ayuda de un único personaje, armado de una sencilla cámara de vídeo y un monitor en blanco y negro, de esos aparatejos modernos que se colocan en el cuarto de los pequeños para controlar su sueño. Y, a través de ese monitor, irá viendo todo cuanto ocurre a su alrededor y que sus ojos no pueden captar sin la ayuda de éste. Ciertamente turbador.

En esta ocasión, ha dejado un tanto a un lado su particular sentido del humor. Pero no del todo, ya que aprovecha a algunos de los personajes para verter esa faceta tan característica de su cine, tal y como ocurre con el de Fernández (un magnífico, como casi siempre, Antonio Dechent), el jefe de la redacción del periódico en el que trabaja el aturdido Juan. Este último es interpretado, con seriedad, corrección y convencimiento por Javier Gutiérrez, rompiendo en parte el maleficio de haber dado vida al pijo Pocholo en el desconcertante y Asombroso Mundo de Borjamari y Pocholo, mientras que éste es secundado, a la perfección, por la siempre eficiente Leonor Watling, su esposa en el film.

Un trabajo menor de Álex de la Iglesia. Menor pero digno. Con sus escasos 75 minutos de duración, resulta tan digno que está muy por encima de otros trabajos, del mismo género, destinados a la pantalla grande. Por poner un ejemplo, de coordenadas paralelas y también de producción española, me viene a la cabeza esa pedantería vacía de Calparsoro que llevaba por título Ausentes. Y es que, en el mundo del cine, hay fantasmas y fantasmas. Y, evidentemente, unos tienen más clase que otros.

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