26.11.06

Con taras y a lo loco por Lazenby

Tras ver la última película de Joaquín Oristrell, Va A Ser Que Nadie Es Perfecto, sólo se me ocurre una palabra, y ésta es decepción. Con los antecedentes del equipo técnico y los comentarios que había escuchado, me esperaba más, bastante más. En principio, y ya que la venden como una comedia, pensaba reirme bastante, cosa que sólo ha ocurrido en las primeras escenas, durante la presentación de los personajes. Una vez superado el factor sorpresa inicial, es cierto que los tipos caen simpáticos, pero ese no es motivo suficiente para construir un film de más de 90 minutos.

La historia va de 3 amigos: Carlos (Fernando Tejero), un ciego vendedor de cupones; Rubén (Santi Millán), sordo y mujeriego -¿cuando se quitará el ex de La Cubana su etiqueta de ligón y guaperas?- y Dani (José Luis García Pérez), cojo y pendenciero. Los tres pasarán una noche entera celebrando la despedida de soltero del primero, el cual ha de casarse al día siguiente con su novia de toda la vida.

El personaje de Dani es el alter ego de su guionista, Albert Espinosa, famoso sobre todo por escribir el libreto de 4ª Planta, la magnífica película de Antonio Mercero basada en sus vivencias infantiles, justo cuando estuvo ingresado en un hospital afectado por un cáncer. En Va A Ser Que Nadie Es Perfecto, Espinosa sigue contando anécdotas propias y de su mundo, pero le falta la frescura y el sentimiento que puso en su primer guión. Hay escenas que pueden sorprender o parecer irreales –como la visita al cementerio en el que Dani tiene enterrada una pierna- pero personalmente, al haber oído entrevistas con el escritor sobre el film en distintos medios de comunicación, éstas me dejaron con una fuerte sensación de dejà vû. Evidentemente que sus personajes son chocantes: un ciego cinéfilo y un sordo discotequero podrían dar de sí muchísimo más, pero nunca pasan de ser una mera anécdota.

Viendo el film, tuve la sensación de que ellos se lo pasaron en grande rodándolo y que, en muchos momentos, se olvidaron incluso de los personajes que interpretaban, dando rienda suelta al cachondeo. En este despiporre han invitado a amiguetes como Nacho Vidal para que interprete a un portero de discoteca, mientras que el propio Espinosa también se ha apuntado como oficiante de la ceremonia religiosa. Esta percepción de jolgorio se muestra muy claro en los títulos de crédito finales, en los cuales todo el equipo técnico -y cuando digo todo quiero decir TODO– canta y baila de forma desenfrenada, en plan fin de fiesta. Pero triste es que en la fiesta se lo haya pasado mejor la orquesta que los "invitados" (invitados entre comillas, de los que pasan por taquilla, claro está)


Posiblemente, el máximo responsable de su irregularidad sea el director, un Joaquín Oristrell que, entre todos, quizás hayamos encumbrado en demasía, ya que su filmografía como realizador (Novios, Inconscientes) deja mucho que desear; mejora dentro de lo irregular como guionista (Alegre Ma Non Troppo, Mi Hermano del Alma, Africa) y se le recuerda, con más agrado, en su faceta como productor de los films de Manuel Gómez Pereira (Boca A Boca, El Amor Perjudica Seriamente la Salud y ¿Por Qué le Llaman Amor Cuando Quieren Decir Sexo?)

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