13.2.07

EN RESUMIDAS CUENTAS: Dos de fantasmas y jovencitos (o, mejor dicho, de jovencitos fantasmas)

Pulse es una de tantas fotocopias que los norteamericanos han realizado de algunos de los títulos más recientes del fantástico nipón. En este caso le ha tocado el turno a la ya de por sí innecesaria Kaïro que, en el 2001, dirigió Kiyoshi Kurosawa. Si el original trastabillaba por todas partes, ya se pueden ir imaginando los patéticos resultados de la calca perpetrada por Jim Sonzero, el realizador que finalmente sustituyó tras la cámara a Wes Craven, el cual -en contra de lo que afirma el falso cartel publicitario español- tan sólo acabó ejerciendo de co-guionista.

Virus informáticos y fantasmas escapados de la Red son la principal excusa para que, la mayor parte de miembros de un agilipollado grupo de adolescentes, vayan cayendo uno tras otro. Las autoridades y la prensa piensan que se trata de una oleada de suicidios, pero los más cercanos a las víctimas no lo tienen tan claro. Más de lo mismo: ellos, los chicos, son tontainas y guapetes; ellas, las chicas, son también tontainas, guapitas y (para diferenciarse de ellos) llevan tejanos ceñidos marcando culito, aunque pringan igual que los muchachotes.

Lo que les digo: si el original de Kurosawa ya era nefasto, lo que ha hecho el Sonzero no tiene ni nombre. Sin embargo, sigue en las pantallas de estreno. Y es que hay público para todos los gustos. Incluso para tragársela enterita y encima disfrutar. Como diría Alvy Singer (aka Woody Allen), "el universo se expande".

Cry Wolf
es otro título de la cartelera actual protagonizado también por un grupo de jóvenes, aunque en este caso envueltos en una historia llena de crímenes y misterio, en el que la teórica presencia de un serial-killer enojado les dará mucho juego a sus guionistas. La diferencia con Pulse estriba en que éste resulta un poco más inteligente y, en lugar de centrarse en el género fantástico, se decanta por un thriller juvenil en el que la mentira y el engaño cobran una relevancia especial.

Realizada con cierto oficio y dotada de un brutal inicio, la cinta posee algún que otro giro de guión mínimamente sorprendente e inesperado que la aleja, en parte, de títulos al estilo de Sé Lo Que Hicisteis el Último Verano y similares. Su director, un tal Jeff Wadlow, demuestra su eficacia en la dosificación y el dominio del suspense y, a pesar de caer (en más de una ocasión) en el efectismo de baratillo habitual en este tipo de films, acaba logrando un producto visible (y sencillo), en el que lo que más chirría es la insulsa interpretación de Jon Bon Jovi.

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