20.2.08

Ustedes lo han querido: DESAPARECIDO (MISSING)

Desaparecido (Missing), uno de los títulos más emblemáticos del griego Costa-Gavras, va mucho más allá de lo que significa el thriller político entendido como tal ya que, entre otras cuestiones, se adentra en un melodrama de connotaciones claramente familiares al partir de un claro punto referencial: el de las conflictivas relaciones establecidas entre un padre conservador y un hijo izquierdista y comprometido con las causas perdidas. Curiosamente, la imagen de este padre y su hijo, uno junto al otro, nunca aparece en pantalla pues, en realidad, será a través de su nuera que el primero acabe acercándose por vez primera a la figura del segundo ya que, a éste, se le dio por desaparecido durante los días posteriores al golpe de estado que tuvo lugar en Chile el 11 de setiembre de 1973.

La cinta arranca justo cuando la sangre ha empezado a correr por las calles de Santiago de Chile. El ejército ha tomado la ciudad. Las detenciones y las ejecuciones a sangre fría son el pan nuestro de cada día. En tal estado de excepción, un joven matrimonio norteamericano, instalado en la capital chilena unos cuantos años antes del golpe, se ven distanciados durante unas largas horas por cuestiones personales. A su regreso al domicilio, ella sabrá por el vecindario que Charlie, su marido, ha sido detenido por un numeroso grupo de hombres uniformados.


Missing es el retrato de una interminable búsqueda en la que sólo se obtendrá, por respuesta, el cinismo de la embajada norteamericana y de la Junta Militar chilena. Políticos y militares niegan su arresto, pero ninguno de ellos parece conocer su paradero. A Beth, la combativa esposa, se le unirá en su rastreo -aunque un tanto a regañadientes- Ed Horman, el padre de Charlie, quien, recién llegado de Nueva York, parece decantarse más por las surrealistas explicaciones del embajador y el cónsul de su país que por las posibilidades más negativas pero, al mismo tiempo, más realistas que esgrime su nuera. El enfrentamiento político, social y generacional no ha hecho más que empezar entre los dos familiares accidentales. Mientras, el Estadio Nacional de Santiago de Chile va llenándose de detenidos y de cadáveres.

Un film valiente y lleno de escenas estremecedoras, como aquella que muestra a centenares de cuerpos inertes, desnudos, torturados y amontonados, sin ton ni son, en la improvisada morgue del Estadio Nacional. Por otra parte, no sólo pone en la picota los modos y maneras de la Junta Militar chilena, ya que también se manifiesta acertadamente crítico con la política exterior del gobierno americano, encabezado, por aquellos años, por el denostado Richard Nixon. En ese aspecto, no se corta ni un ápice en denunciar la implicación de la CIA en la defenestración de Salvador Allende y, por lo tanto, en la inevitable subida al poder de Augusto Pinochet. Un golpe, que por todos los indicios, fue gestado y orquestado desde la costera población de Viña del Mar.

Uno de los mayores alicientes del film se localiza en el titánico duelo interpretativo mantenido entre Jack Lemmon y Sissy Spaceck. El mayor y la menor; el republicano y la comunista; el creyente y la atea... Un enfrentamiento suculento en el que ambos supieron estar al mismo nivel, sin destacar ninguno por encima del otro. Dos escuelas interpretativas distintas, encauzadas en un mismo fin y apoyando, en todo momento, el sobrio y conciso guión que, basado en un caso real, escribió el propio Costa-Gravras en compañía de Donald Stewart. Un libreto maravilloso que, en su día, logró hacerse con el Oscar al Mejor Guión Adaptado; premio que, por cierto, no subió a recoger el realizador al negarse a asistir a la fiesta de entrega. Y es que, posiblemente como castigo a la claridad con la que desmoronaba la estructura de la tan cacareada democracia norteamericana, Missing tan sólo obtuvo la citada nominación, olvidándose de reconocer los méritos de la película en sí misma, su dirección o las inmensas actuaciones de Lemmon y Spaceck. Los 80 acaban de empezar y, por aquel entonces, la Academia aún no esgrimía ese falso halo de progresismo por el que se ha decantado en las últimas ceremonias.

Una película necesaria que, con el paso de los años, además de conservarse igual de fresca que en su estreno, se ha transmutado en un documento histórico de excepción que ayuda a conocer, más de cerca, unos sucesos que jamás deberían repetirse. Política y humanismo a ritmo de thriller, pues no hay que olvidar el proceso ideológico que sufre el impotente personaje de Jack Lemmon al ir descubriendo, paso a paso, la dolorosa verdad de un sistema en el que confiaba ciegamente.

Costa-Gavras nunca ha sido un tipo que haya metido en sus películas pasajes cargados de segundas lecturas. Sin embargo, en Missing se encuentra la excepción que confirma la regla. Y lo hizo de manera brillante y majestuosa a través de una imagen imborrable, ya antológica y subrayada por la música de Vangelis: la de un caballo inmaculadamente blanco y desbocado que, en plena noche y por las calles de Santiago, huye de los disparos de un reducto de militares enfebrecidos. El asesinato de la libertad nunca había sido tan bien expresado en una gran pantalla.

Nunca me cansaré de repasar un título como éste. Y, a ser posible, disfrutando de su versión original subtitulada ya que, en este caso, es imprescindible el juego entre los dos idiomas (inglés y español).

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