25.3.08

Patrimonio Nacional


Ante la marcha del gran Rafael Azcona no tengo palabras; sólo títulos... El Pisito; El Cochecito; Plácido; El Verdugo; ¡Vivan los Novios!; La Gran Comilona; La Escopeta Nacional; Patrimonio Nacional; Nacional III; La Vaquilla; El Año de las Luces; El Bosque Animado; Moros y Cristianos; El Vuelo de la Paloma; ¡Ay, Carmela!; Belle Epoque; El Rey del Río; La Niña de Tus Ojos; La Lengua de las Mariposas... Todos ellos, y otros muchos más hasta llegar a la friolera de 95, fueron escritos por la mente preclara de Azcona, uno de los mejores guionistas que ha parido nuestra tierra. Ayer, a los 81 años de edad, nos dejaba huérfanos a una considerable parte de amantes del Séptimo Arte.

Un nombre sin duda asociado a los grandes directores. El italiano Marco Ferreri le sirvió en bandeja de plata su bautismo de fuego; un bautismo doble (El Pisito y El Cochecito) que, sin lugar a dudas, llamó la atención de Luis García Berlanga, realizador con el que logró algunos de sus guiones más valorados. Y es que el particular universo del escritor congeniaba al máximo con las ideas más berlanguianas. Juntos crearon un estilo, valiente y cachondo que, en los años 60 y en plena dictadura, rompió moldes y se saltó a la torera la severidad de las tijeras del régimen.

Humor negro, incisivo y social. Un logroñés sencillo y afable que en sus libretos supo reflejar, a la perfección, lo que significaba (y significa) vivir en un país en donde el folklore, las paellas y la horterada han ido, e irán siempre, cogidos de la mano. Un hombre que se mantuvo en el anonimato físico durante muchos años, siempre a la sombra, hasta que a mediados de los 90, colgó su timidez en el armario y decidió salir a la luz pública, demostrando ser de carne y hueso, como los demás... pero con un cerebro inmenso.

Un ronco Pepe Isbert, reclamando a sus familiares una silla de ruedas con motor, o José Luis López Vázquez, a lomos de Luis Ciges, espiando tras una ventana la incitante figura de Bárbara Rey, son situaciones e imágenes ya clásicas del cine español. Un cine escrito con mayúsculas y sencillamente irrepetible.

Con Rafael Azcona, maestro de maestros, se nos va lo mejor de lo mejor. Siempre nos quedarán sus trabajos, unos guiones que, por derecho propio, ya han pasado a formar parte indiscutible de nuestro patrimonio nacional.

¡Viva Azcona!

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