15.1.09

EN RESUMIDAS CUENTAS: De la hija de Steve McQueen a los hijos de Los Angeles

Quien mucho abarca, poco aprieta. Actriz, guionista, directora y productora; demasiadas funciones para tan poca chicha. Cuando Ella Me Encontró es su título, una cinta en la que Helen Hunt se arma de valor y se coloca en todas partes, como Juan Palomo. A pesar del indiscutible esfuerzo y la buena voluntad vertida, le sale una comedia sin ángel y con demasiadas connotaciones televisivas. De hecho, cuando protagonizó la serie Loco Por Ti, ya se encargó de la realización de algunos de sus episodios.

No hay peor cosa que le pueda a ocurrir a una comedia que querer hacer gracia y no conseguirlo. Entre lo cursi que resulta en general la propuesta y la nula fuerza interpretativa de la que hacen gala sus protagonistas, Cuando Ella Me Encontró se acaba convirtiendo en un fiasco de mucho cuidado, empezando por la propia Helen Hunt quien nunca antes había demostrado tan poca inspiración en la creación de un personaje. Un problema, éste, que bien podría ser causa de trabajar al lado de una dama tan cargantemente insoportable como la histriónica de Bette Midler (¡qué lejos quedan los años de La Rosa!). Añádanle a ellas la sosería habitual de Colin Firth y el desencanto de un estrellado Matthew Broderick, y sabrán lo que vale un peine.

Embarazos, adopciones y fracasos sentimentales (con triángulo amoroso incluido) envuelven el hermético mundo de April Epner, una maestra cercana a los cuarenta que, justo durante su separación matrimonial, conocerá por vez primera a su madre biológica, una mujer un tanto cínica y estrella de un programa de la televisión local. Tan caradura resulta ésta que incluso le asegura a su redescubierta hija que su padre real fue el mismísimo Steve McQueen.

Basada en una novela de Elinor Lipman, se trata de un producto que, a pesar de los múltiples temas que aborda (aunque sin profundizar en ninguno de ellos), se me antoja totalmente vacío y cansino. Difícilmente podría funcionar ni como telefilm.

Por cierto, ¿se han dado cuenta que la Hunt se está convirtiendo en Mercedes Milá?


Otra comedia de lo más mediocre, aunque estrenada como cine casi de culto, es Buscando Un Beso A Medianoche, una cinta que se inicia de forma prometedora (y con cierto aire desinhibido a lo Clerks) para dar paso a una fórmula de lo más repetitiva e insulsa. Su fotografía en blanco y negro es el truco del director, Alex Holdridge, para atrapar en su sobadísima propuesta al gafapastas de turno.

El y ella. Wilson y Vivian. Dos jovencitos (aunque él ya apunta casi los 30) en el corazón de Los Angeles. Él pretende colarse como guionista en el engranaje de Hollywood. Ella tiene aspiraciones de convertirse en actriz. Lo nunca visto, ¿no? Ambos salen de dos experiencias sentimentales negativas. Han contactado mediante una página de corazones solitarios en Internet. Es 31 de diciembre, el último día del año y, antes de la medianoche, han de calibrar sus sentimientos. El toma y daca acaba de empezar. Todo sea por el polvo de fin de fiesta. De fondo, mientras pasean por las calles de la gran ciudad, un sinfín de diálogos artificiosos.

No contar nada y hacer un film que da la impresión de contar mucho, es la gran habilidad del tal Holdridge. Lo del Antes de Amanecer y de Atardecer le salió bastante bien al Linklaker, pero no hay que abusar de la receta. Las malas imitaciones se convierten en peligrosísimas sobredosis. Suerte que entre tanto despropósito, al menos le ha salido bien una cosa: el contundente retrato de la decadencia de una ciudad como Los Angeles. Y es que, en el fondo, lo que ha hecho este hombre con Buscando Un beso A medianoche es el anti folleto turístico de una gran capital. El resto, las palabrejas y su endeble pareja protagonista incluidos, quedan para el olvido.

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