21.7.09

El meu pare

De vez en cuando, al abrir el correo electrónico, éste quedaba totalmente encallado. Por norma, tras el problema, se encontraban esos e-mails gigantescos que mi padre enviaba cargados con decenas de fotos de mis dos sobrinos. A continuación, siempre se repetía la misma historia. Por mi parte, la llamada telefónica de rigor: “Papa, no m’enviïs tantes fotos juntes que em col·lapses el correu”. Y nada, que dale que te pego: que el hombre, en su afán por lucir a sus nietos, seguía empeñado en dejarme con el Outlook cojitranco.

Durante más de dos largos meses, llenos de inseguridad y noches en vela, el Outlook ha funcionado a la perfección. Pero por desgracia y desde ayer, no volverá a fallar nunca más. Y es que l’Antoniu, mi padre, después de una horrible semana encerrado en un cuerpo que ya no le respondía, se ha ido para siempre. Ahora quedan las vivencias a su lado, un montón de recuerdos imborrables y el consuelo de que por fin haya dejado de sufrir.

Hoy no sé cuánto daría para que, un día de estos, el Outlook se cuelgue de nuevo.

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