3.10.09

SITGES 2009: JORNADAS 1 Y 2 (de secuelas, espontáneos y vampiros)

Desde el día 1 que estoy metido de pleno en el Festival de Cine Fantástico de Sitges. Las obligaciones como jurado de la Sección Méliès, hacen que las posibilidades de actualizar a diario sean mínimas. 19 son los títulos que he de visionar a lo largo del certamen. Eso, sumado a las películas que me trago por puro placer o las continuas reuniones con los otros miembros del jurado, me tiene ocupado la mayor parte del tiempo.

Aprovecho un par de horas libres para ponerles un poco al día de lo acontecido en Sitges desde su inauguración. El Festival abrió anteayer con la decepcionante [REC] 2, una cinta que repite descaradamente los tópicos y esquema de la primera, perdiendo en el camino ese fresco toque coral y mediterráneo que la distanciaba de otros productos similares. El tándem Balagueró-Plaza, en esta ocasión, se ha conformado con el recurso más fácil y, soñando con seguir explotando el muermo, se atreve incluso con un final que apunta una nueva secuela. La máquina de fabricar dinero no ha hecho más que empezar, aunque sea a costa de fotocopiar el invento hasta la saciedad.

Filmax, productora de la película, no fue la única que sobresaltó a la platea con la reiterativa trama de [REC] ya que, inesperadamente y durante la ceremonia inaugural, un grupo de espontáneos, desde el mismísimo escenario del Auditorio, le dio un susto de aúpa a su cabeza visible, Julio Fernández, al denunciar, de viva voz y mediante lanzamiento de panfletos, ciertos temas turbios de la empresa.

La surcoreana Thirst de Park Chan-wook, del mismo realizador de Old Boy, dejó buen sabor de boca con una compacta historia sobre un sacerdote que acaba convirtiéndose en vampiro. De narración calmada e hipnótica, y a golpe de imaginería visual, la cinta no renuncia al sentido del humor para contarnos una historia sobre un chupasangres atípico y atormentado por los sentimientos de culpabilidad. Rompiendo esquemas, intercambia los roles entre el vampiro y el vampirizado y potencia, de forma inteligente, el protagonismo de una femme fatale que nada tiene que envidiar a las heroínas del cine negro de la época dorada de Hollywood.

The Countess, una nueva variación sobre el personaje de la condesa Erzebet Bathory, y Hierro, ópera prima española de Gabe Ibáñez protagonizada por Elena Anaya, fueron los otros dos títulos que pude visionar ayer y de los que, como jurado, me veo en la obligación de reservar mi opinión hasta que no se hayan otorgado los Méliès de Plata.

Por lo demás, y dejando a un lado el cansancio provocado por tantas proyecciones y reuniones, tan sólo queda decirles de nuevo que se está de narices viviendo de gañote. De todos modos sepan que, a pesar de ello, lo de ser jurado también tiene su parte oscura. Hoy, sin ir más lejos y debido a una deliberación para los Méliès de Oro, he tenido que renunciar a uno de los títulos que más me apetecían del certamen: Celda 211 de Daniel Monzón.

Cuando tenga unos cuantos minutos, seguiré informándoles.

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