18.1.10

¡Mamá, quiero ser artista!

En 1980, un Alan Parker recién salido de El Expreso de Medianoche, se embarcó en Fama, un musical juvenil que no fue muy bien visto por la crítica de la época pero que, sin embargo, obtuvo el beneplácito del público. Tanto es así que la popularidad del film hizo que, un par de años después de su recorrido por las pantallas de todo el mundo, éste se convirtiera en una serie televisiva que resistió 6 temporadas seguidas en antena.

Ahora, 30 años después de su estreno y a pesar de mantenerse aún vigente, el fenómeno Fama regresa a los cines (de forma innecesaria) por la puerta grande. Kevin Tancharoen, un bailarín y coreógrafo que se pone por primera vez detrás de las cámaras, ha sido el encargado de su nueva puesta en escena.

La historia expuesta en Fama es prácticamente la misma que la de los 80, aunque sin ángel y forzando en extremo todo cuanto muestra con tal de huir de la fotocopia cinematográfica. Una escuela pública destinada a la enseñanza de futuros bailarines, músicos y actores, se erige en eje central de sus distintas tramas. Las relaciones que nacen entre los estudiantes y, ante todo, los miedos y frustraciones que denotan algunos de ellos, se convierten en los principales focos de atención.

Con la finalidad de actualizar sus diversas temáticas, Tancharoen ha intentado lavarle la cara al trabajo de Alan Parker aunque, por el contrario, da la impresión de haberla embadurnado de arriba a abajo. Los jóvenes protagonistas han pasado, de pertenecer en su mayoría a la clase baja, a convertirse en unos pijitos de armas tomar. Ha cambiado algunas de las historias, otorgándoles un toque políticamente más correcto: ni racismo ni homosexualidad que valgan. Ha mezclado ciertos conceptos y ha destrozado, sin muchos miramientos, la banda sonora original, colando nuevos ritmos un tanto machacones y sin sustancia. O sea, lo mejor del trabajo original de Parker, la música, se ha perdido casi en su totalidad, a excepción de una nueva versión de Out Here On My Own, una exquisita balada que, compuesta por Michael y Leslie Gore, interpretara en su día Irene Cara.

En definitiva, la Fama del siglo XXI mantiene las mismas coordenadas que la del siglo XX, aunque en legañoso, sin un ápice de originalidad, alarmantemente aburrida y habiendo perdido, por el camino, a la entrañable figura del profesor Sorowsky.

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