31.10.10

Falsa moral

La polémica continúa. La inclusión de A Serbian Film en la programación de la última edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya Sitges 2010 sigue dando coletazos. La desmesura es norma habitual en este país; un país especializado en hacer de un grano de arena una montaña. Todo empezó con una tertulia televisiva desde el programa matinal de Concha García Campoy en la Cuatro, en donde incluso, vía telefónica y como aludido, intervino Ángel Sala, el director del Certamen. Unos tertulianos y una presentadora que, sin haber visto el film y amparándose en un artículo de prensa, daban por sentado que Sitges jamás debió haber proyectado la cinta de Srdjan Spasojevic, acusando de delincuentes y de incitar a la pederastia a los responsables del Festival y a los que acudimos como espectadores.

Bien es cierto que se trata de una película que, personalmente, no me interesó en absoluto, ni por su afán provocador ni por su escaso interés cinematográfico. Pero, lo que sí es cierto, es que el Festival tiene todo el derecho a programarla, al igual que hicieron con anterioridad otros certámenes sin que nadie se rasgara las vestiduras. Una de las funciones principales de todo festival es divulgar ciertos productos que difícilmente tendrán distribución comercial. Y aún más, en el caso de Sitges, por tratarse de una película que cuadra a la perfección con el género de terror y fantástico en el que está especializado. Pero Spain is diferent. Y si el problema viene desde Catalunya, aún es más diferent.

Lo peor de toda la historia es que ahora, dando palos de ciego y a buen seguro sin haber visto tampoco la cinta, la Federación de Asociaciones Para la Prevención del Maltrato Infantil, junto con una docena más de entidades, ha dirigido una carta abierta a los organizadores de la muestra exigiéndoles que no se proyecten jamás títulos en los que se torturen o asesinen a niños o a adolescentes. Una locura sacada de contexto. Adiós, por ejemplo, a posibles títulos fúturos en la línea de Mystic River, El Cebo o La Lista de Schindler. El espectador adulto no tiene criterio y ha de dejarse guiar por los padres de la moral y la patria. La ficción molesta. Hace incluso más daño ver la violación de un muñeco que simula un recién nacido que el escándalo que en realidad suponen los múltiples casos de pederastia que azotan al seno de la iglesia católica. Eso sí, el próximo domingo, los mismos que han atacado Sitges, le irán a lamer el culo al Santo Padre y al Papamóvil durante su visita a Barcelona. ¡País!, exclamaría Forges.

No olvidemos que A Serbian Film, por muy desagradable que sea, no es más que una película. Es indiscutible que en su afán provocador se salta ciertas líneas, pero no va más allá de la ficción. Y que conste que, al decir esto, no defiendo ni mucho menos las intenciones del film del tal Spasojevic, pero sí las del comité de selección del Festival de Sitges que consideró adecuado proyectarlo por incidir directamente en la temática del certamen. Desde esta página, mi más incondicional apoyo a Ángel Sala y a su gente, y mi total repudia a aquellos que, esgrimiendo las armas de la falsa moral, han arremetido contra ellos sin razón alguna.

Ahora, con tanto escándalo de tres al cuarto, lo único que han logrado es que A Serbian Film (un título al que no se le tendría que dar más importancia que el de la pura provocación) se esté convirtiendo en todo un récord de descargas en Internet. Chapeau por la instigación de Concha García Campoy y la Cuatro, una cadena televisiva cuyo programa estrella es Callejeros, un espacio que se nutre de las miserias humanas y el morbo con todo lujo de detalles. Y eso no es ficción. Lo que digo: la falsa moral no tiene límites.

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