6.4.11

El turista accidental

De Chile, y avalada por el Goya a mejor película hispanoamericana, nos llega La Vida de los Peces. Dirigida por Matías Brizé, este es un film pequeño pero altamente emotivo del que cabe destacar la excelente labor interpretativa de Santiago Cabrera, su protagonista masculino.

Contando con poquísimo elementos para su realización y narrada en tiempo real, nos acerca a los sentimientos más profundos de Andrés, un joven de treinta y tantos que lleva una década entera alejado de su Chile natal. Instalado en Berlín y trabajando como articulista para una revista especializada en viajes turísticos, aprovechará uno de sus múltiples desplazamientos para realizar una breve estancia en su país y asistir así al cumpleaños de un viejo amigo.

El reencuentro con su verdadera existencia no ha hecho más que empezar. Presente, pasado y futuro: toda una vida en tan solo 83 minutos. Una amalgama de sentimientos (profundos) que azotarán la mente de Andrés y que inevitablemente removerán la fibra emotiva del espectador. La brillantez del guión pocas veces es tan notoria como en esta ocasión. Sus diálogos son inteligentes, sin un atisbo de ampulosidad: reales como la vida misma y gran punto de apoyo para el viaje emocional del protagonista.

Andrés, un hombre versado en recorrer miles de kilómetros a diario, realizará paradójicamente su mayor y más inolvidable odisea dentro de un único y acotado espacio: la casa familiar de un amigo en donde se celebra una fiesta de aniversario, el lugar idóneo para que se le empiecen a cruzar todos los fantasmas que alberga en su cabeza (incluido un amor truncado que tiene la misma fisonomía que Liam Neeson, pero en mujer)

Un consejo: Si quieren disfrutar al máximo del trabajo de Matías Brizé, intenten superar los primeros cinco minutos de proyección. La forma de hablar de sus protagonistas es endiabladamente indescifrable para el espectador castellano: el chileno que desgranan es cerrado, con un exceso de argot y con un par de actores cuyos problemas de dicción resultan más que evidentes. Un caos que inicialmente les puede alejar de la película. De todos modos, les aseguró que una vez salvada esa (difícil) introducción, el habla de los personajes se sosiega y adquiere un tono más intimista y inteligible.

Y digo yo: ¿no sería conveniente subtitular en ocasiones el cine procedente de Sudamérica?

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