11.5.11

A Odin rogando y con el mazo dando

Con Thor, Kenneth Branagh cambia de tercio, da un giro a su carrera y se adentra en el mundo de los superhéroes de la casa Marvel. El dios vikingo del martillo, en manos del director británico, cobra una nueva dimensión.

En más de una ocasión he manifestado que el cine sobre superhéroes me la trae al pairo. Su despliegue desmesurado de efectos especiales, sus repetitivas tramas y su vacuidad argumental, en general, no me interesan en absoluto, me cansan, excepto en honradas excepciones tal y como ha sucedido con este Thor. Y es que Brannagh, aprovechando las luchas familiares y ese aire de conspiraciones palaciegas que caracterizan el reinado de Odin, ha sabido llevar la película a su terreno otorgándole un aire sorprendentemente shakesperiano.

La cinta transcurre a dos niveles: el primero y más sugestivo, ambientado a medias entre los planetas Asgard (reino de Thor, hijo de Odin) y Jotunheim, lugar este último habitado por los eternos enemigos de Odin (un Anthony Hopkins bastante más sosegado que en El Rito); mientras que el segundo nivel, mucho más rutinario, transcurre en la Tierra, enclave al que llega accidentalmente Thor tras haber sido desterrado de su mundo por su propio padre.

La ecuación espacio-tiempo marca buena parte del film de Branagh, así como la relación que se establece entre el dios caído y una joven científica embelesada por su presencia y sus poderes. Él es Chris Hemsworth (marido, en la vida real, de Elsa Pataki), un actorcillo de mantequilla con muy pocos recursos interpretativos en su haber que, sin embargo y por su aspecto físico, da el pego como Thor. Y ella, a través de un trabajo no muy esforzado ni remarcable, es Natalie Portman, esa Jane Foster del cómic original que pierde los papeles por el rubito del martillo.

Kenneth Branagh ha cumplido con profesionalidad el encargo. La cinta entretiene, aunque no deslumbra ni rompe esquemas. Apunta bastante alto cuando asoma su vertiente más shakesperiana, aunque se encalla un tanto a la hora de afrontar la historia más terrenal y de acción, en donde todos los tópicos que alberga el género aparecen por doquier y sin pudor.

Atención a los amantes del género, pues tras sus títulos de crédito fínales y contando con la presencia fugaz de un Samuel L. Jackson metido en la piel de Nick Fury, se apunta hacia Los Vengadores, esa prometida reunión de superhéroes de la Marvel que esperan con inquietud los entusiastas seguidores de este tipo de adaptaciones. No es mi caso: la única "vengadora" que me ha llamado la atención a lo largo de los años ha sido Emma Peel.

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