17.10.11

SITGES 2011: Jornada 6 (poltergeists caseros, apocalipsis dogmáticos, terrores coppolianos, machistas violentos y psiquiátricos abandonados)

El martes empezó con Emergo, película catalana filmada en inglés que retoma una de las modas más reiterativas y cansinas desde que en 1999 se estrenara El proyecto de la Bruja de Blair. O sea, cámara en mano, en plan falso documental y a fingir que todo cuanto sucede es real. Dirigida por el barcelonés Carles Torrens, nos acerca a la investigación que un grupo de especialistas en temas paranormales lleva a cabo en un pequeño apartamento en el que se suceden todo tipo de poltergeists. A pesar de los intentos por darle algún que otro toque de originalidad, sobre todo en lo que hace referencia el aspecto psicológico de alguno de los afectados, la cinta cae desde su inicio en un pozo sin salida, dejando al espectador con la sensación de haber visto ya la misma película varias veces con anterioridad. Es una lástima que siendo su guionista Rodrigo Cortés (el artífice de la interesante Buried), la cosa se haya quedado en más de lo mismo. Cuatro sustos bien metidos (aunque previsibles) y para de contar.

A continuación llegó uno de los platos fuertes del festival, la Melancholia del polémico Lars Von Trier, una aproximación al cine apocalíptico totalmente distinta a lo que el fantástico actual nos tiene habituados. Narrada en dos partes bien diferenciadas, plantea la posibilidad de que un planeta (de nombre Melancolía) termine estrellándose sobre la Tierra. La primera parte, ambientada en el seno de una boda de la alta sociedad y filmada a través de una enérgica y temblorosa cámara en mano (muy en plan Dogma de los inicios), es en donde se localiza la vertiente más sarcástica y provocadora del realizador danés. Luego, pasados los efectos efervescentes y disfuncionales del bodorrio, la cámara y la historia se calman para adentrarse en una introspección psicológica de algunos de sus personajes aturdidos por la funesta perspectiva de encontrarse ante el fin del mundo. Film irregular, lleno de imáganes fascinantes y capaz de alternar momentos inolvidables (como su magnético prólogo o el inteligente uso de la música) con otros ciertamente aburridos. Posee, sin embargo, un cuarto de hora final ciertamente angustioso y devastador, así como uno de los the ends más radicales de la historia del cine; un desenlace que, por sí mismo, hace olvidar de golpe y porrazo los peores pasajes de un film de excesivo metraje. Nunca había visto a todo una platea enmudecer con tanta rapidez.

Francis Ford Coppola regresa al fantástico tras su estimulante Drácula y, a través de Twixt, se propone experimentar con formatos cinematográficos y con el espectador, a quien le toma el pelo con una historia imposible en la que un escritor de novelas de terror, caído en desgracia, se convierte en detective y, en sueños y con la ayuda del mismísimo Edgard Allan Poe, se dedica a resolver el asesinato de una joven en un pequeño pueblo al que ha acudido para presentar su última novela. Recupera a Val Kilmer (que el pobre está hecho unos zorros) y ofrece cinco escasos minutos rodados en 3D para -siguiendo con su bromita particular- justificar lo que se ha dado en llamar “3D interactivo”. Una especie de telefilme mal acabado y peor planificado del que sólo cabe destacar la presencia de Elle Fanning, una chica que está subiendo como la espuma. Dudo que ningún distribuidor se atreva a estrenar tal engendro. Que alguien le pague de una vez una cuarta entrega de El Padrino para que así nos deje de torturar con chorradas que no conducen a ningún lado.

The Woman nos acerca a un padre de familia, todo un machista en su proceder diario quien, tras cazar en un bosque cercano a una “mujer salvaje”, la encierra en un sótano de su propiedad y pretende “civilizarla” ante la desorbitada mirada de su esposa y sus dos hijos. Un film innecesario, de violencia extrema, reiterativo en su propuesta y que cuenta con un grupo de actores a cual peor. Una serie B, de tintes zetosos, difícil de digerir y con una sorpresa final en su haber que aún la hace más detestable y delirante. Dirige un habitual de Sitges, el californiano Lucky McKee bajo guión de Jack Ketchum; un aberrante y endeble guión que de forma alucinante ha sido premiado por el jurado oficial de esta edición.

La jornada terminó en sesión golfa con Grave Encounters, otra nueva vuelta de tuerca (y ya van dos el mismo día) sobre el falso documental y la cámara en mano. En este caso, se trata de la filmación de la interminable noche que un equipo de televisión vivirá en un hospital psiquiátrico abandonado al que acuden con la finalidad de grabar un nuevo episodio para un reality show sobre fenómenos paranormales. Un tanto más estremecedora y angustiante que el título de Carles Torrens, se pierde, sin embargo, cuando a media película da un paso adelante para otorgarle una perspectiva distinta a una historia que ya funcionaba por sí misma. Los amantes del gore disfrutarán de lo lindo con la matanza a palos y posterior ingesta de una rata. A los que no nos va tanto el género, se nos indigestó la cena por completo. Los debutantes The Vicious Brothers (¡vaya nombrecito se han buscado los tipejos!) son los responsables directos de la película y de su mala digestión.

En el próximo post, más sobre Sitges.

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