19.10.11

SITGES 2011: Jornada 8 (ladrones de cadáveres, violinistas depresivos, hijos clónicos, asesinos profesionales y sectas religiosas)

La madrugada del miércoles al jueves aún guardaba una nueva sorpresa ya que, en sesión golfa, se proyecto Burke and Hare, una producción inglesa que vuelve a colocar en la palestra a uno de los maestros de la comedia de los años 70 y 80, John Landis; un Landis que con este film recupera la esencia de un cine que ya quedaba en el olvido. Para su retorno, se acerca, en tono satírico y escudado en su peculiar sentido del humor, a la misma historia verídica que en su día inspiró a films como El Ladrón de Cuerpos de Robert Wise o la magistral La Carne y el Demonio de John Gilling; o sea, un repaso, en clave cachondo y con toques de humor negro, a las aventuras y desventuras de William Burke y William Hare, dos ladrones de cadáveres que, durante tiempo, alimentaron de fiambres la escuela de medicina del Edimburgo del siglo XIX. Un trabajo divertido, capaz de respetar la esencia del retrato que de sus dos personajes principales hizo en su tiempo Gilling y que, en principio y por desgracia, no tiene distribución en España. Un Landis con las baterías cargadas y con ganas de volver a dar guerra en esto del cine. Atención a la cantidad de cameos que asoman por pantalla (Christopher Lee, Ray Harryhausen y Costa-Gavras, por citar sólo unos pocos), signo inequívoco de la fidelidad que el realizador aún mantiene a su estilo.

El jueves 13 se abrió con Poulet Aux Prunes, un brillante y efectivo trabajo de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud quienes, tras adaptar a la pantalla una serie de comics de la primera bajo el título de Persépolis, vuelven a repetir con otra adaptación de la obra de Satrapi. Ambientado en el Irán de finales de los años 50, se aproxima a la historia de amor imposible sufrida por un violinista reputado que, incómodo con su vida actual, sólo desea su propia muerte; un músico al que da vida un inmenso Mathieu Amalric a través de una de sus mejores y compactas interpretaciones. Un film bello y emotivo, plagado de imágenes líricas y oníricas y capaz de mezclar, de forma inteligente y sensible, la comedia con el melodrama.

Womb es un melodrama duro y de (mínimos) tintes fantásticos, que se acerca de manera ciertamente intimista al tema de la clonación. Dirigido por el húngaro Benedek Fliegauf, entra a saco en la vida de una mujer que, tras ver morir accidentalmente al hombre de su vida, decide tener un hijo en solitario contando con el tejido de ADN del ser amado. Una forma original de asomarse a un asunto varias veces tratado en el mundo del cine y que, con una delicadeza extrema, propone situaciones difíciles que, en manos de otro realizador, podrían haber resultado excesivamente morbosas. Lástima, sin embargo, de estar narrada con una lentitud exagerada, ya que la acción, por momentos, avanza a paso de caracol (y nunca mejor dicho, pues sale un caracolito que crispó en demasía a cierto sector del público). De todos modos, a mí me coló a la perfección, aunque con un poco más de ritmo hubiera funcionado mucho mejor. Atención al trabajo interpretativo de Eva Green, una actriz francesa que pudimos descubrir con anterioridad en un registro totalmente distinto, el de Vesper Lynd para el Casino Royale de Martín Campbell.

Kill List, producción británica realizada por Ben Wheatley, propone el repaso a la vida de un ex combatiente que, tras varios meses en paro, acepta la proposición de un viejo amigo para, a su lado, reconvertirse en asesino profesional. Iniciada como un típico melodrama social inglés, muy a lo Ken Loach, la cinta da un giro en su segunda mitad y entra a lo bruto en los trabajos “especiales” que llevan a cabo la pareja de sicarios asociados. De una violencia inusitada, a veces incluso extrema, se me antoja una cinta aburrida y vacía, una especie de déjà vu inconsistente al que le cuesta ir hacia adelante. Su plano guión y la imposibilidad de simpatizar con ninguno de los personajes, consiguieron que la película se me atragantara por completo.

La jornada la cerré con Red State, uno de los mejores films del certamen (aunque no precisamente de género fantástico) y que, finalmente, se alzó con el premio al mejor largometraje de esta edición. Kevin Smith, su director, se aleja de sus habituales (y ya cansinas) comedias indies y a través de Red State se reinventa de forma absoluta. Y lo hace acercándose al horror más cotidiano y de modo radical, pues su cinta no deja títere con cabeza. Se atreve con todo y con todos. No hay estamento que se le resista. Parte de una secta religiosa homófoba, dedicada a secuestrar y torturar a jóvenes adolescentes con las hormonas revolucionadas, y termina adentrándose en un fenomenal tiroteo entre un grupo de agentes especiales del FBI y los miembros del clan. Sorprende por su cambio de estilo, así como por el dominio que demuestra del suspense y de sus sólidas escenas de acción. Logra de John Goodman y Michael Parks un par de interpretaciones antológicas y, a pesar de la dureza del tema, saca las carcajadas de un público entregado ciegamente a su metamorfosis durante los útimos diez minutos de proyección. Vistos los resultados, no es de extrañar que Quentin Tarantino haya manifestado su admiración por esta cinta. Y lo más curioso es que aún no tiene distribución en España.

Mañana un poco más.

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