16.5.13

El superhéroe graciosillo


Shane Black debutó en la dirección con la ingeniosa Kiss Kiss Bang Bang, una comedia con aire de thriller protagonizada por Robert Downey Jr. y Val Kilmer. Ahora, 8 años después, nos presenta su segundo film: la tercera entrega de Iron Man, Iron Man 3; una entrega que entra a saco en la personalidad de un dubitativo Tony Stark (alter ego del superhéroe) y en la lucha que tendrá que sostener, en compañía de Iron Patriot (Don Cheadle), para liberar a su compañera y al Presidente de los EE.UU. de las manos de un terrorista que alucina pepinillos.


Técnicamente impecable, la película se le escapa de las manos al realizador al querer dotarla de un aire de comedia astracanada que, en lugar de hacer gracia, termina por cansar al respetable. En este aspecto, un sobreactuadísimo Robert Downey se recrea de forma exagerada en sus muecas de caricato de feria y en darle a su personaje un toque de graciosillo perenne, al tiempo que introduce en la historia a un malvado apayasado al más puro estilo Bin Laden (aunque con engañifa incluida) e interpretado por un también desmadrado Ben Kingsley. Pero, queriendo rizar aún más el rizo, Iron Man 3 echa mano de un segundo villano: un científico loco al que da vida un igualmente desmelenado Guy Pearce. Por lo visto, aquí todos se desmandan a sus anchas.


Al igual que otros títulos basados en figuras de la Marvel, incide en la ya cansina estrategia de mostrar a un superhéroe cansado de su personaje aunque, al mismo tiempo, dispuesto a seguir experimentando con nuevas armaduras y trucos tecnológicos para el desarrollo de sus inventos. Así, en esta ocasión y para gloria de los encargados de los efectos especiales, Tony Stark cuenta con tropecientas armaduras distintas que acudirán en su ayuda, siempre de forma muy espectacular cuando él las necesite. De hecho, el show de las armaduras montándose y destruyéndose contínuamente se convierte en un abusivo y reiterativo déjà vu a lo largo de la proyección.



Gwyneth Paltrow tiene un poco más de relieve que en las dos entregas anteriores, pues le ha cedido el rol de mujer florero a Rebecca Hall (la Vicky de la infumable Vicky Cristina Barcelona), totalmente perdida al intentar sacar adelante un papel metido en calzador en medio del mínimo intríngulis argumental. Y de propina, para crispar aún más al personal, añádanle la irritante presencia de Ty Simpkins, un niñato repelente que ayudará a Iron Man a recomponerse para seguir en pie de guerra.


Odio a los superhéroes. Cada vez más. Aparte de cuatro chistes manidos y sin salsa, hay demasiada pirotecnia y muy poca chicha. Vacía, vacía, vacía. El aburrimiento está garantizado. Una pena que el tal Shane Black, tras 8 años de inactividad, haya regresado a la dirección con un producto tan típico y tópico como este.

2 comentarios:

usuario dijo...

Todos esperábamos el cierre de esta trilogía con un despampanante vuelo de Tony Stark ataviado con sus poderosas armaduras de combate. Pero lamentablemente esto no ocurre, ya que los realizadores lo postularon como una especie de James Bond. Es decir, la mayor parte del metraje Tony enfrenta a sus enemigos sin armaduras ya que estas están averiadas o lo rechazan de primer plano. Lamentablemente, esto no termina aquí ya que al hecho de mutar la personalidad de Tony con la de James Bond, se le suma que quisieron darle un toque humorístico por lo que nuestro amigo en vez de parecerse al agente 007, termina asimilándose a Johnny English. Un verdadero insulto a los espectadores y fans de los comics.

Como si todo esto no fuese poco, el final al más puro estilo Disney termina por embarrar una producción que ya olía bastante mal por su tremendo parecido -en fragancia y consistencia- a lo que comúnmente llamamos como: "material fecal".

Calificación: 2/10

El Señor Lechero dijo...

Pues a mí me gustó bastante y el truco con el Mandarín me pareció un giro original y una pequeña sorpresa. De las pocas "terceras partes" que mantienen el tipo.

P. D. Se ha muerto Alfonso Santiesteban, el compositor. Don Calígula, saque la pala.