13.11.13

Bon appétit


Carlos es un hombre aparentemente normal. Vecino de Granada y sastre de profesión. Su pequeño taller lo tiene sólo a unos metros de su domicilio, una vieja finca en el centro de la ciudad. Vive solo porque asegura que le encanta. Pulcro y educado en su trabajo, aunque algo retraído en el trato con los demás. Pero detrás de esa sencillez que demuestra, se esconde un tipo enfermo: un monstruo al que le pirra alimentarse de carne humana; concretamente la de las víctimas femeninas (en general, turistas) a las que da caza, con nocturnidad y alevosía, para posteriormente diseccionar en sabrosos filetes en una pequeña cabaña de su propiedad en lo alto de Sierra Nevada.


Es extraño que, con una premisa tan suculenta como ésta, el nuevo trabajo del almeriense Manuel Martín Cuenca, Caníbal, pasara sin pena ni gloria por los cines de nuestro país. No es un film redondo, ni mucho menos, pero tan sólo por la magistral interpretación de Antonio de la Torre bien valía la pena acercarse a la propuesta. Y es que de la Torre, valiéndose casi en exclusiva de sus silencios y miradas, expresa a la perfección el turbulento infierno de su sanguinaria dolencia.


El film, cuyo principal error quizá resida en el aspecto minimalista y reiterativo de algunos de sus pasajes, es todo un retrato de la vida cotidiana de un ser distinto a los demás. El día a día de un personaje del que, como vecino, nunca llegaríamos a sospechar. Educado, apocado, afable, metódico en sus quehaceres... Sus buenas maneras, a priori, jamás le delatarían, a no ser que usted, buena mujer, se convierta en una de sus presas.

Ambientado en plena Semana Santa granadina, la simbología religiosa y las procesiones por las calles de la ciudad que inundan la pantalla, le dan un toque aún más macabro a la bestialidad de las acciones del solitario Carlos. Un contraste ciertamente espeluznante.

Y, de propina, la presencia de Nina, esa joven rumana que aterriza en la ciudad en busca de su hermana gemela, Alexandra, ignorante de que ésta se ha convertido en uno de los platos preferidos de Carlos; una Olimpia Melinte excelente en su doble papel de víctima y de recién llegada, y que, en el rol de Nina, logrará sacar de nuestro sastre protagonista su lado menos oscuro; su vertiente más humana. Amor y muerte. Muerte y amor. El orden de los factores, en este caso, sí puede alterar el producto.


Ya lo saben. Si se les escapó en su estreno, ahora toca apuntárselo para cuando se edite en DVD. Un menú sabroso, de difícil digestión, que ha sido cocinado a fuego lento. Vuelta y vuelta. Y a degustarlo sin prisas, igual que su calmado tiempo narrativo.

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