19.10.14

SITGES 2014: Jornada 8 (de jovencitas paranoicas, de road movies apocalípticas, de hackers conspiranoicos y de hongkoneses adrenalínicos)

El penúltimo día del Sitges 2014 abrió sus puertas con It Follows, una cinta indie en la que su realizador, el norteamericano David Robert Mitchell, urde un peculiar homenaje al cine de John Carpenter (música incluida) a través de una paranoica historia en la que una joven adolescente, tras mantener relaciones con un chico extraño y solitario, verá su vida y la de los que la rodean en peligro al empezar a ser acosada por seres extraños que sólo ella puede ver. Cinta curiosa e inquietante que, sin embargo, peca de excesivas lagunas en su historia y de no explicar demasiado sobre los sucesos que le suceden a la chica protagonista (una brillante Maika Monroe, lo mejor de la propuesta). Cine para adolescentes con pretensiones de cine de autor y, lo que es peor y amparándose en la excusa de que se trata de cine fantástico, el director se toma la libertad de no revelar ciertos datos incomprensibles para el espectador, optando por colar un montón de detalles insostenibles saltándose todo tipo de reglas habidas y por haber que el género (interiormente) demanda.


The Rover es otra nueva propuesta australiana sobre un tema recurrente en el género desde hace unos cuantos años: el de un mundo en crisis, a punto de la extinción, tras una hecatombe mundial. Dirigida por David Michôd y contando con el gancho de dos actores como Guy Pearce y Robert Pattinson (genial dando vida a un tipo cortito de entendederas), orquesta una road movie polvorienta y sucia por desérticas carreteras cuando un hombre se obsesiona en dar caza a los tres quincorros que acaban de robarle su automóvil. En su perseverancia, le acompañará el hermano de unos de los ladrones, al que recoge malherido durante el trayecto. El film tiene empaque y, a pesar de su excesiva lentitud narrativa, consigue enganchar gracias a sus aislados y secos destellos de violencia, a la sobriedad mugrienta de cuanto expone y a la parquedad con la que describe a sus personajes principales. Y con sorpresa final incluida, al presentar el motivo por el cual su protagonista ha decidido recuperar su coche a toda costa.


La tercera propuesta de la mañana fue The Signal, una extraña aunque efectiva cinta norteamericana de William Eubanks, en donde tres adolescentes (dos chicos y una chica), durante un viaje por carretera intentando dar con el paradero de un hacker que les está amargando la existencia, caerán de lleno en las redes de una conspiración en la que se mezclan organismo pseudogubernamentales, alienígenas y complejos secretos de alta envergadura. Lo mejor de la cinta se encuentra en la opción del tal Eubanks para, durante su recorrido argumental, fragmentar su metraje en tres partes bien diferenciadas, homenajeando en cada una de ellas a un estilo muy concreto: su primera parte bebe directamente de la fuente de las road movies; su parte central es todo un guiño a la conspiranoia desde el punto de vista de lo que sería el cine de John Carpenter (por segunda vez presente su sello en esta jornada), con laboratorios científicos y todo el ritual que ello supone, mientras que en su última media hora entra de lleno en el gran espectáculo de las persecuciones y efectos de todo tipo sacados de la factoría de Michael Bay (quizás su segmento menos atractivo). Un popurrí con más una sorpresa en su haber (robótica incluida).


Personalmente, cerré la jornada con una estimulante película de acción made in Hong Kong, Firestorm; un acelerado thriller policiaco, de realización impecable que, dirigido con mano firme por Alan Yuen e interpretado por un ya mayorcito Andy Lau, plasma la obsesión de un policía por dar caza a una banda de atracadores de métodos expeditivos entre cuyos miembros se encuentra un antiguo compañero de escuela. Más de lo mismo, aunque haciendo gala de una sabiduría extrema a la hora de afrontar sus numerosas y celebradas escenas de acción filmadas, la mayoría de ellas, en medio de la gran ciudad, al más puro estilo del tiroteo de Heat pero a lo bestia, sin escatimar en detalles ni en efectivos y atreviéndose, incluso, con un final sacado directamente del cine de grandes catástrofes. A destacar, ante todo, la dualidad con la que se presenta al personaje de Andy Lau, un agente de la ley que bascula, buena parte de su metraje, entre la dicotomía del bien y del mal. Un entretenimiento adrenalínico en toda regla.


En breve, el último día del festival.

1 comentario:

Látigo dijo...

Impresionante las escenas de los tiroteos entre polis y ladrones. Yo también pensé cuando la vi que a "Heat" le había salido un fortísimo adversario para igualar aquellas escenas de tiros. La trama no es tan complicada como me han dicho algunos que la han visto, yo he encontrado todos los acabos atados. La escena final una gozada visual y acústica para aquellos que tengan un buen sistema de cine en casa. Señores, antes de decidirse a ver esta peli...¡¡¡ pongansé los chalecos antibalas !!!