7.11.14

Venganza gafapastosa


Blue Ruin llega a nuestras pantallas precedida de una crítica espléndida. En ella se nos habla de una venganza, un tema recurrente en el cine negro y en los westerns, géneros a los que emula constantemente. Dirigida, escrita y fotografiada por Jeremy Saulnier, trata la cuestión de la vendetta desde una óptica distinta, casi minimalista, y en su desarrollo se mezclan momentos de gran cine con otros de cargante tedio y cercanos al surrealismo más puro.

La película se inicia con la presentación de Dwight, su protagonista principal, un homeless desaliñado que vive desde hace 10 años en la puta calle, duerme en un destartalado Pontiac y se asea en domicilios particulares aprovechando la ausencia temporal de sus propietarios. Todo cambia para él cuando la policía le comunica que Will Cleland, el hombre que asesinó a sus padres, está a punto de salir de la cárcel. Por fín, con esa noticia, se le presenta la ocasión de oro para cumplir su esperada venganza.


Blue Ruin es parca en palabras, sobre todo en lo que respecta al personaje de Dwight, y apuesta por un tiempo narrativo en exceso reposado que rompe, sólo de vez en cuando, cuando entra a saco en sus pasajes más vitriólicos (que de haberlos, haylos) y que, en parte, remiten a títulos ya míticos del Séptimo Arte como el Perros de Paja de Peckinpah, tal y como sucede en la escena final o en la tensa secuencia nocturna durante el acoso a la casa de la hermana de Dwight por parte de algunos miembros de la familia de Cleland.


Una de las grandes pegas de la cinta de Saulnier, aparte de la falta de ritmo a la hora de exponer su historia, reside en el empeño de éste  por forzar varios giros de guión, a cual más ridículo y delirante que a mí, personalmente, me parecen poco creíbles y que, por su desequilibrio, achican uno de los mejores aciertos de la propuesta (y cuidadín que aquí viene un pequeño spoiler): los problemas de relación entre la familia del asesino y la de las víctimas, un turbio asunto que desarrollado con más profundidad podría haber dado mucho más de sí (fin del little spoiler).

Un thriller aburrido y demasiado alucinado que, sin embargo, funciona a las mil maravillas en cuanto al trabajo camaleónico de su protagonista principal, Macon Blair (vagabundo harapiento al principio y ciudadano normal y corriente una vez cumplida su venganza) y en lo que hace referencia a todas aquellas escenas que hacen gala de una visceralidad brutal; escenas que, por otra parte, a veces enturbia por culpa de sus desmesuradas ganas de resultar original y transgresor, como ocurre con la presencia del militarista amigo de Dwight, un personaje un tanto descerebrado y dotado de una presunta vis cómica que rompe demasiado con la aparente seriedad de su melodramático argumento.


Un quiero y no puedo que, a buen seguro, hará las delicias de los gafapastas del lugar.

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