18.2.15

Descolorida


Nominada al Oscar como mejor película y mejor tema musical por la canción Glory y no previsto su estreno en España hasta el próximo 6 de marzo, Selma, de Ava DuVernay y producida, entre otros por la omnipresente Oprah Winfrey (con pequeño papel incluido) y Brad Pitt, narra la lucha de Martin Luther King Jr. por el derecho al voto de la gente de color que culminó en una multitudinaria marcha pacífica desde la ciudad de Selma a Montgomery (Alabama) a mediados de los años 60.


Centrada, principalmente, en la figura de Martin Luther King (interpretado, con muy poca convicción, por David Oyelowo), Selma indaga (también con poquísima convicción) en la campaña iniciada por el líder afroamericano y en sus enfrentamientos dialécticos con Lyndon B. Johnson, el por entonces presidente de los EE.UU., intentando reflejar, al mismo tiempo, la crispación racial existente, las divergencias ideológicas con los partidarios de Malcom X y los efectos que esa lucha causaron en el seno familiar del propio Luther King.


Selma, por su aséptico tratamiento cinematográfico, es una película sin alma; una especie de telefilme que, por mucho que su directora se empeñe en llenarlo de rostros conocidos para darle más empaque a la cosa (Tom Wilkinson, Giovanni Ribisi, Dylan Baker o Tim Roth, sin ir más lejos), acaba resultando un producto sin garra ni magnetismo alguno, aunque, eso sí, cargado de buenísimas intenciones. Pero, como ya he dicho en muchas ocasiones, las “buenas intenciones” (en este caso, políticas y sociales) no son suficientes para elaborar un buen trabajo.

Un espléndido ejemplo de la poca fuerza que destila Selma y de la mínima destreza como realizadora de la tal Ava DuVernay, se encuentra en la minimalista forma de rodar la violenta carga policial que desmanteló a un numeroso grupo de manifestantes negros que intentaban iniciar una marcha, de forma pacífica, en el puente de Edmund Pettus de la citada ciudad de Selma. Es tan nula su habilidad a la hora de poner la cámara, que la brutalidad policial que pretende mostrar al espectador se queda en agua de borrajas.


El año pasado, 12 Años de Esclavitud (producida también, curiosamente, entre otros, por Brad Pitt) consiguió el Oscar a mejor película, mejor actor y mejor guión adaptado. Con Selma, incidiendo de nuevo en el tema de la segregación racial, vuelven a intentar una jugada similar. Pero, en esta ocasión y vistos los pobres resultados del invento, tienen todas las de perder.

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