20.2.15

Olorcillo corporal


El canadiense Jean-Marc Vallée, tras haber dirigido esa interesante Dallas Buyers Club que le valió el Oscar a mejor actor a Matthew McConaughey, vuelve a colocarse tras la cámara para afrontar, con Alma Salvaje, un nuevo biopic en forma de odisea excursionista: la aventura que vivió en solitario la escritora Cheryl Strayed para salir del pozo en el que había caído; un pozo en donde se mezcla un matrimonio fallido, su drogodependencia, sus escarceos sexuales con hombres de todo tipo y condición y, de propina, los recuerdos de una madre que lo fue todo para ella. Una aventura sudorosa cuya principal meta, aparte de asustar fantasmas personales, fue hacer una caminata de más de mil millas a través del Sendero de las Cimas del Pacífico.


Alma Salvaje arranca cuando una joven Cheryl Strayed decide abandonar su mierda de vida actual y se carga a la espalda una mochila (o, mejor dicho, una mochilaza) para pegarse una inmensa caminata, en plena naturaleza y sin experiencia alguna, en busca de cierta redención espiritual. A partir de ahí, el espectador asistirá a los avatares de la excursionista durante su viaje de exoneración y a un sinfín de flash-backs que van enseñando, un poco sin orden ni concierto y metidos un tanto con calzador, los motivos que llevaron a la literata a tan dura prueba.

Es innegable que la cinta está cargada de buenas intenciones; muy buenas intenciones, cosa que no evita que algunos de sus pasajes (aparte de reiterativos) resulten de lo más aburrido. En su recorrido, alterna la suciedad, el dolor de pies y las gachas frías, con un desfile de personajes de lo más variopinto, desde su madre (a la que da vida una magnífica, aunque envejecida, Laura Dern), con la que mantuvo una fuerte relación emotiva, hasta el calvario con su marido, pasando por los distintos individuos que se va cruzando en su camino.


Un camino arduo, largo y que, para muchos (yo me incluyo entre ellos) puede parecer francamente interminable ya que, uno de sus mayores defectos, estriba en el cansino ritmo que Vallée le ha imprimido a su narración; una narración que parece adormecerse demasiado a menudo para, en su recta final, terminar de forma precipitada la historia propuesta, dando la impresión de que a su guionista, Nick Horby (basándose en las memorias de la propia Strayed), se le habían acabado todos los recursos melodramáticos de su exposición.

Si algo tiene de bueno este producto, aparte de las “buenas intenciones” antes señaladas, es la compacta interpretación de Reese Whiterspoon (productora también del mismo) quien, por su perfecto trabajo metiéndose en la piel de la autora, ha sido nominada al Oscar a mejor actriz, al igual que la también excelente Laura Dern que, en las funciones de su progenitora, ha conseguido la nominación a mejor secundaria.

En definitiva, una especie de telefilme, de los que las televisiones emiten los domingos por la tarde, sobre historias de superación personal de esas que tanto gustan al público norteamericano. Un film que, sin embargo, hubiera resultado ideal filmarlo con aquel sistema que años ha ideó John Waters para su Polyester: el Odorama; un precario sistema que permitía al espectador sufrir los olores de la película. ¿No sería encantador, en Alma Salvaje, notar el tufillo corporal que desprende la Whiterspoon tras andar días y días, a pleno sol, y sin una puta ducha en su camino? Pues eso.

2 comentarios:

caligula dijo...

En un sitio por ahí la compararon con Una Historia Verdadera, que va a ser que no, y con el tostón aquel de Hacia Rutas Salvajes de Sean Penn, que hay que reconocerle que la canción de Eddie Veder molaba pero que el protagonista, que luego me enteré que era todo real, era un tonto'lculo de tomo y lomo.

Al menos en esta se ven paisajes bonitos y la música está bien?

Spaulding dijo...

Paisajes hay muchos, de todo tipo y la música... ¿qué quiere que le diga?... al mnos, suenan Simon & Garfunkel. Algo es algo.

Nada que ver con Una Historia Verdadera, pero sí que tiene ramalazos de Hacia Rutas Salvajes.