23.3.15

El espía jubilado


Más de una década después de dejar de dar vida a James Bond, Pierce Brosnan vuelve a meterse en la piel de un espía, aunque aparcando a un lado sus labores como empleado del MI6 y optando por encarnar a un ex agente de la CIA retirado que, bajo mano, vuelve a ser llamado a filas por un antiguo superior suyo que le encarga la misión de dar caza y proteger a una testigo chechena que podría hacer tambalear la carrera del futuro presidente ruso, un tipo sin escrúpulos y con un pasado ciertamente turbulento. El título del invento es La Conspiración de Noviembre (pésima adaptación española del original The November Man) y dirige un viejo conocido del actor, Roger Donaldson, con el que ya trabajó en Un Pueblo Llamado Dante’s Peak.

La Conspiración de Noviembre es un film totalmente estándar, de esos de espías un tanto  a las antípodas de los sofisticados artilugios de 007, aunque eso sí, con mucho ritmo y con una estética muy de esas coproducciones de los años 80 y 90 en donde los paisajes de distintas capitales europeas se convertían en uno más de los protagonistas, mientras que sus efectos especiales, un tanto rupestres, resultaban ás o menos efectivos.

La historia es mínima, por no decir de lo más simple. Infiltrados, políticos con pinta de mafiosos, tráfico de blancas, un considerable número de persecuciones, explosiones variadas y, cómo no, los conflictos personales y de relación del espía protagonista, ese reciclado Peter Devereux -al que un sobreactuado (y arrugadillo) Pierce Brosnan parece no haberle pillado el tranquillo- que se debate entre su enfrentamiento con un joven agente que en tiempos fue su protegido en la CIA y el deber de proteger a una asistente social que le puede conducir hasta la buscada testigo por las calles de Belgrado.


La película, a pesar de sus defectos y de un endeble guión con más de una laguna en su haber, entretiene. Y punto. Sin más, de las que se olvidan a los dos días de haberla visto. No hay que buscarle peras al olmo. Es lo que hay y, en su trama, no se anda por las ramas. Va directo al grano, a veces de manera demasiado pueril, pero resulta. Y de propina, cuenta con la presencia, siempre estimulante, de una guapísima Olga Kurylenko, lo mejor (estéticamente hablando) de la función. Y ésta si que no es de las que se olvidan en un par de días.

5 comentarios:

caligula dijo...

Al leer el titular, así sin querer, se me ha escapado un "coño!" de la sorpresa: Pedro Reyes ha fallecido a los 53 años.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/25/actualidad/1427271720_458123.html

No es que fuera de mis favoritos, de hecho le tenía bastante manía y nunca le vi la gracia, lo que no quita para que sea una lástima que alguien tan joven desaparezca de esa manera.

Spaulding dijo...

A mi este hombre me hizo mucha (muchísima) gracia en Atún y Chocolate, la película de Pablo Carbonell.

caligula dijo...

A mí como que no. Carbonell sí me gustaba en Caiga Quien Caiga hasta que se les empezó a agotar la fórmula del programa y se hizo repetitivo (eso sí, nunca le perdonaré que dijera que lo peor que hizo en su vida fue La Bola de Cristal... se metió con mi infancia!). A mí el rollo ese de medio tartamudo, hablando como entre ruidos, como que no. Claro, que hablo de lo que veía en la TV, que lo mismo me pasa lo que me pasó con Faemino y Cansado, que no les veía la gracia hasta que me llevaron a verlos en directo y no paré de reírme durante las dos horas de espectáculo y me hice fan incondicional.

El Señor Lechero dijo...

Me ha dado mucha pena la muerte de Pedro Reyes. Crecí viendo "La bola de cristal" y sus surrealistas monólogos y chistes en diversos programas televisivos. Coincido con micer Caligae en el cariño hace el iconoclasta programa de Lolo Rico y a la primera versión de CQC (la buena) con un Pablo Carbonell muy incisivo.

El Señor Lechero dijo...

Esta semana la parca se ha cebado con "La bola de cristal". Ha fallecido Matilde Conesa, mítica actriz radiofónica y de doblaje, así como la voz de la bruja Avería.