7.11.15

SITGES 2015: Jornada 8 (de yakuzas vampiros, de comedietas simplonas pero pretenciosas, de estrellas hollywoodienses y fotógrafos, de delirios al más puro estilo Jodorowsky y de manadas de niños zombies)

El viernes 16 de octubre, penúltimo día del Festival, la jornada empezó con Yakuza Apocalypse: The Great War of the Underworld, una de esas pasadas de rosca con las que demasiado a menudo nos golpea el plomizo de Takashi Miike. La cosa, en un principio, hasta promete: un capo yakuza vampiro, antes de morir asesinado en una cruenta batalla de bandas, pasa sus poderes a su mano derecha y éste empieza a hacer lo mismo con cuantos le rodean. Humor amarillo del más básico y un mucho de fantástico de baratillo que lo único que consigue es crispar al espectador con tanta alucinada metida a saco una detrás de otra, hasta llegar a un delirio final apocalíptico de lo más patético. Un sin sentido más en la basta filmografía del polémico e irregular realizador nipón. Y es que, la verdad, a mí, este hombre (salvo honradas excepciones) me pone de los nervios.


La mañana continuó con Zoom, la ópera prima de Pedro Morelli, una coproducción entre Brasil y Canadá que, a pesar de su presunta originalidad, resulta de lo más simplón. Mezclando realidad con una animación al más puro estilo A Scanner Darkly, en donde uno de sus personajes animados es Gael García Bernal, monta una fábula pretendidamente reflexiva sobre la creatividad artística a golpe de historias y personajes cruzados: un caricaturista dibuja un cómic sobre un director de cine que, a su vez, filma una película sobre un escritor que, al mismo tiempo, está redactando un libro sobre un dibujante. Muchos toques culturetas para un film tontorrón y absolutamente innecesario. Una pérdida de tiempo más.


Con el clasicismo con el que Anton Corbijn se ha enfrentado a su nuevo film, Life, la jornada empezó a tener un poco más de sentido. En ella, a modo biográfico, se narra el encuentro y la amistad surgida entre el mítico James Dean y Dennis Stock, el fotógrafo que inmortalizó la figura del actor a través de sus instantáneas para la revista Life. Tanto Dane DeHaan, en el rol de Dean, como el (útimamente) omnipresente Robert Pattinson, en el de Stock, saben sacarle el jugo a sus respectivos personajes, mientras que su director, llenando la pantallas de guiños y citas cinéfilas, aprovecha para hacer un curioso y por momentos emotivo retrato de la amistad de los dos hombres. Lástima que, en sus últimos veinte minutos, la proyección pierda un tanto de fuelle, error que compensa con creces cuando, en sus títulos de crédito finales, nos muestre las fotografías reales de Dennis Stock con James Dean de protagonista. Un film interesante que, sin embargo, no pintaba nada en un festival de cine fantástico.


Por la noche le tocó el turno a la recuperación de Arcana, un viejo producto italiano de 1972 que, dirigido por Giulio Questi, nos regalaba a una inmensa Lucía Bosé en el papel de una médium un tanto farsante cuyo hijo, bastante rarito, le trastocaba toda su existencia y la de sus clientes. Una primera parte inquietante y, por su rareza, atractiva, daba paso a una segunda mitad en donde el desvarío estaba a la orden del día; un desvarío muy cercano al que el pesado de Alejandro Jodorowsky utilizó para construir su sobrevaloradísima Santa Sangre. Una tomadura de pelo ilógica que, algún crítico con ínfulas, decidió rescatar del (merecido) olvido para formar parte de esa sección del Festival que lleva por título Seven Chances. Suerte del trabajo de Lucía Bosé.


Y ya, en sesión golfa y cerrando la jornada, Cooties, un divertimento dirigido mano a mano por Jonathan Milott y Cary Murnion, en el que los profesores de una escuela se ven acosados por una caterva de niños salvajes que han sido contaminados por los embutidos de una fábrica de la localidad; una enfermedad que sólo afecta a los pequeños que aún no han llegado a su adolescencia y que les convierte en una especie de zombies en potencia. Sencilla, gore, divertida y con la presencia de Elijah Wood en la piel de un maestro timorato recién llegado al centro; un Elijah Wood que, desde hace unos años, se ha convertido en un habitual de Sitges y que, en la cinta, acepta un ingenioso chiste que hace referencia a su eterno personaje de Frodo en la trilogía de El Señor de los Anillos.


En el próximo post, el último día de Festival.

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